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by Apr 1, 2017Stylebook

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Estás radiante, en lugar de qué vestido tan bello

El motor de mi creatividad, aquello que me mueve con una ilusión completamente desinteresada, (esto es, que no se, ni quiero saber, ni me importa cuántos “ensayo-error” son necesarios hasta llegar al “ensayo-éxito”), es por un lado hacer cosas bellas, y por otro interpretar tus necesidades para convertirlas en algo bello.

Claro está que el concepto de belleza es subjetivo, y en función de cada persona tiene unas connotaciones u otras.

Desde mi percepción, un vestido es bello, cuando la mujer que lo viste brilla, se ve favorecida, es ella misma, y no tiene más protagonismo el vestido que su persona. La prenda entonces cumple, sencilla y exactamente, una función potenciadora de la belleza natural.

Brilla por una serie de razones, como por ejemplo:

Que el vestido sea apropiado, relacionando coherentemente dos variables, la ocasión de uso o contexto y la persona, (su personalidad, función, psicología, edad y otros rasgos como individuo). Lo contrario de apropiado es fuera de lugar, ya sea por defecto o por exceso.

Que respete la proporcionalidad. Cada cual tenemos una complexión y estatura, y es óptimo que tanto la línea del vestido, como sus elementos de expresión, estén en armonía con los contornos y dimensión.

Que contemple de forma equilibrada elementos de diseño, como valor añadido.

En definitiva, toda una suma de aspectos que se han cuidado, con un objetivo final más cercano a la sugerencia que a la evidencia.